La llegada del otoño marca un periodo crucial para la apicultura en Madrid, caracterizado por cambios importantes tanto en el clima como en la biología de las abejas. A medida que las temperaturas comienzan a descender y la floración disminuye, es fundamental que los apicultores, tanto profesionales como aficionados, preparen sus colmenas para asegurar la supervivencia y la productividad durante el invierno. En este artículo, abordaremos los aspectos más relevantes para la preparación de la otoñada apícola, desde la revisión de las colmenas hasta la lucha contra enfermedades, con un enfoque especial en las condiciones de la provincia de Madrid.
1. Revisión de las colmenas: el primer paso
Antes de que el frío se intensifique, es vital realizar una revisión exhaustiva de las colmenas. En este punto, el apicultor debe evaluar el estado general de la colmena, la cantidad de abejas y la provisión de alimentos. Las colmenas deben estar bien estructuradas y con suficiente población para garantizar la supervivencia del invierno. En zonas como Madrid, donde las temperaturas pueden variar considerablemente en otoño, la fortaleza de la colonia es esencial.
Factores a evaluar:
Población: la colonia debe contar con un número suficiente de abejas para asegurar el calor necesario durante el invierno. Si la colonia es débil o pequeña, puede ser necesario fusionarla con otra para aumentar sus posibilidades de supervivencia.
Suministros de miel: para evaluar la cantidad de miel almacenada, es útil medirla en términos de cuadros llenos de miel. Una colmena debe tener al menos 6-8 cuadros de miel llenos para asegurarse de que las abejas tengan suficientes reservas alimenticias durante el invierno. Si las reservas son insuficientes, la alimentación suplementaria será necesaria.
Condiciones estructurales: es importante revisar que no haya entradas de aire frío en la colmena ni daños estructurales que puedan comprometer su integridad durante el invierno.
2. Control de enfermedades: enfoque en la varroa
Uno de los mayores desafíos en la apicultura actual es la lucha contra el ácaro varroa (varroa destructor),
que afecta a la gran mayoría de las colmenas en todo el mundo. Durante el otoño, cuando la cría de
abejas disminuye, es el momento ideal para aplicar tratamientos contra este parásito.
Varroa: un enemigo silencioso
El ácaro varroa debilita a las abejas al alimentarse de su hemolinfa y puede propagar enfermedades
virales dentro de la colmena. Un nivel elevado de infestación en otoño puede provocar el colapso de la
colonia en invierno. Por ello, es fundamental realizar un seguimiento riguroso del nivel de varroa antes
de aplicar tratamientos.
Pruebas y chequeos para varroa:
Método del azúcar glas: consiste en espolvorear abejas adultas con azúcar glas y, posteriormente, tamizar los ácaros desprendidos. Este método permite obtener una estimación del nivel de infestación.
Método del alcohol: más preciso que el del azúcar, implica la recolección de abejas y su inmersión en alcohol para calcular la cantidad de ácaros. Si se detecta un nivel superior al 3% de infestación, es crucial aplicar un tratamiento.
Tratamientos recomendados en otoño:
Al elegir un tratamiento para la varroa, es esencial tener en cuenta factores como la presencia de cría, la temperatura y el nivel de infestación:
Ácido oxálico: ideal para cuando hay poca o ninguna cría. Este tratamiento es altamente eficaz contra los ácaros en las abejas adultas y puede administrarse por goteo o vaporización.
Amitraz (Apivar): muy utilizado en tiras que se colocan dentro de la colmena y que actúan durante varias semanas. Es una opción eficaz cuando aún hay cría en la colmena.
Ácido fórmico (MAQS): eficaz para atacar tanto a los ácaros sobre las abejas adultas como los que
están dentro de las celdas de cría. Este tratamiento penetra en la cría, lo que lo convierte en una excelente opción si aún hay cría presente en la colmena.
Ácido láctico: también utilizado por su eficacia contra los ácaros en abejas adultas, es más adecuado cuando no hay cría.
Criterios para elegir el tratamiento adecuado:
Temperatura: el ácido fórmico, por ejemplo, funciona mejor en temperaturas frescas, mientras que
otros tratamientos, como el amitraz, tienen un rango de temperatura más amplio.
Nivel de infestación: si la infestación es alta, un tratamiento más agresivo como el ácido fórmico puede
ser necesario.
Presencia de cría: el ácido oxálico es más efectivo cuando no hay cría, mientras que el ácido fórmico
puede actuar en ambas fases.
Resistencia: en algunas regiones, los ácaros han desarrollado resistencia a ciertos productos químicos,
como el amitraz, por lo que es importante rotar tratamientos.
¿Qué hacer si el test post-tratamiento sigue mostrando altos niveles de varroa?
Si, tras aplicar un tratamiento, los niveles de varroa siguen siendo altos (superiores al 3%), es
recomendable aplicar un segundo tratamiento con un producto diferente para evitar la resistencia. En
casos de infestaciones severas, se puede recurrir al tratamiento combinado, como el uso de tiras de
amitraz seguido por ácido oxálico vaporizado.
3. Alimentación en otoño: asegurando la energía para el invierno
A medida que las temperaturas descienden y las fuentes de néctar escasean, es fundamental garantizar que las abejas cuenten con las reservas alimenticias necesarias.
En el clima de la provincia de Madrid, donde los inviernos pueden ser fríos y las fuentes de polen limitadas, la alimentación suplementaria se convierte en un factor clave.
¿Cuándo alimentar?
Es recomendable alimentar a las abejas cuando las reservas de miel son insuficientes. Una colmena debe tener entre 6 y 8 cuadros de miel completos para pasar el invierno. Si la cantidad de cuadros de miel es menor, es necesario proporcionar suplementos de alimentación para evitar que las abejas consuman todas sus reservas demasiado rápido.
Tipos de alimentación:
Jarabe de azúcar: durante el otoño, es recomendable ofrecer jarabe de azúcar 2:1 (dos partes de azúcar por una parte de agua). Este jarabe imita el néctar y ayuda a las abejas a crear reservas de miel rápidamente.
Pasta de azúcar (candy): si las temperaturas ya han comenzado a bajar considerablemente, la pasta de azúcar es una opción preferible al jarabe, ya que es más fácil de almacenar para las abejas y menos propensa a fermentar.
Suplementos vitamínicos: los suplementos con aminoácidos y vitaminas pueden ser útiles en otoño para fortalecer la salud de la colonia y prepararla mejor para los meses de inactividad. Se pueden añadir directamente al jarabe o a la pasta de azúcar.
4. Especies florales interesantes en otoño para las abejas en Madrid
Aunque el otoño es una estación en la que las floraciones son más limitadas, todavía existen algunas especies florales que pueden proporcionar néctar y polen a las abejas en Madrid:
Hiedra (Hedera helix): la hiedra es una planta trepadora que florece en otoño, proporcionando una
importante fuente de néctar y polen en esta época.
Madroño (Arbutus unedo): este árbol mediterráneo florece en otoño y es una buena fuente de néctar.
Romero (Rosmarinus officinalis): en algunas zonas de Madrid, el romero puede tener floraciones
esporádicas durante el otoño, proporcionando alimento adicional.
Estas floraciones pueden ayudar a complementar la alimentación natural de las abejas, aunque es probable que no sean suficientes para mantener las reservas necesarias para el invierno.
5. Manejo de la población: evaluación de la reina y la cría
La salud de la reina es un aspecto fundamental a evaluar durante el otoño. Una reina joven y saludable asegura la continuidad de la colonia, mientras que una reina débil o envejecida puede comprometer la producción de cría y la cohesión de la colmena.
Revisión de la reina:
¿Es necesario reemplazar la reina? si la reina está envejecida o muestra signos de una postura irregular, puede ser necesario reemplazarla. El otoño es un buen momento para hacerlo, ya que permite asegurar una reina joven y activa durante el invierno.
Monitoreo de la cría: aunque la cría disminuye en otoño, es esencial verificar que la reina aún esté produciendo cría en un patrón regular, lo que indica su buena salud.
6. Revisión de la actividad en la piquera: indicador de salud de la colmena
La observación de la piquera, la entrada de la colmena, es una manera simple pero eficaz de evaluar la salud de la colonia.
Durante el otoño, aunque la actividad en la piquera disminuye en comparación con la primavera o el verano, ciertos comportamientos pueden alertar al apicultor sobre posibles problemas internos.
Factores a observar en la piquera:
Frecuencia de entrada y salida de abejas: una disminución significativa en la actividad de vuelo puede indicar una población reducida o una reina defectuosa. En otoño, aunque la actividad es más baja debido a la menor disponibilidad de forraje, debería haber un tráfico regular de abejas que recolectan polen, especialmente en días soleados. Si apenas se observa movimiento, puede ser indicativo de un colapso inminente.
Abejas cargadas de polen: la presencia de abejas entrando con polen es un buen signo, ya que indica que aún hay cría que alimentar dentro de la colmena. La falta de abejas recolectando polen podría sugerir que la reina ha dejado de poner huevos o que la colonia ha dejado de criar, lo cual puede ser problemático si sucede demasiado temprano en el otoño.
Comportamiento defensivo o inusual: un comportamiento excesivamente defensivo en la entrada podría señalar la presencia de robo entre colonias, una señal de que la colmena es débil. El robo puede desestabilizar a la colonia, reduciendo sus reservas de miel y, en casos extremos, puede provocar el colapso total de la colmena.
Señales de alerta en la piquera:
Abejas muertas en la entrada: un número elevado de abejas muertas o moribundas cerca de la
piquera puede ser una señal de enfermedades o de una infestación severa de varroa. También es
importante revisar si las abejas parecen estar luchando entre sí, lo que podría ser indicativo de robo.
Abejas arrastrándose: si se observa un número considerable de abejas arrastrándose por el suelo
frente a la colmena, esto podría ser un síntoma de enfermedades virales asociadas a la varroa, como el
virus de las alas deformes (DWV). Este tipo de comportamiento indica una infestación de varroa que ha
debilitado severamente a las abejas adultas.
Una observación cuidadosa de la actividad en la piquera puede proporcionar información valiosa sin la necesidad de abrir la colmena, ayudando a los apicultores a detectar problemas a tiempo y actuar en consecuencia.
7. Conclusión
El éxito de la apicultura en Madrid durante el invierno depende en gran medida de las medidas que se tomen en el otoño. Desde la revisión de las colmenas y el control de enfermedades hasta la adecuada alimentación